La Vargas Blues Band


Javier Vargas demostró ayer ser parco en palabras. Lo suyo no son los discursos. «Buenas noches» o «gracias Avilés» fueron dos de las pocas frases que salieron de su boca durante el concierto que ofreció en la Casa de Cultura para cerca de 400 personas. Quizás la razón es que prefiere dejar hablar a su guitarra, mucho más elocuente que él. De ella salieron miles de notas encadenas con una soltura y rapidez inusual que situaron a este músico a la altura de los grandes intérpretes de la guitarra eléctrica.

Comenzó el concierto con un blues de lo más clásico, apoyado en su banda compuesta de bajo y batería. Al término apareció en escena una de las figuras de la noche: «desde Missisipi, Mit Mitchell». La frialdad vocal de Vargas contrasta con la locuacidad, los movimientos y los jaleos que dedica al público este cantante de increíble capacidad. Cuando se acercaba al público, mientras interpretaban canciones del último disco de la banda 'Lost and found', el protagonismo era suyo. Desde un segundo plano Javier Vargas se dedicaba a seguirlo sin dejar de lado los vertiginosos punteos que caracterizan su música.

Pero cuando se retiraba a los dominios del batería y las pocas luces se centraban en Vargas, su guitarra comenzaba de nuevo a 'cantar' con la máxima fuerza. Durante sus continuos paseos a lo largo y ancho del mástil de la guitarra, el líder de la Vargas Blues Band demostró un dominio absoluto de sus temas y de la improvisación, llegando incluso a meter en medio de uno de sus solos el estribillo de 'La cucaracha'.

Todos estos paseos y juegos a llegar a la nota imposible hicieron que el público congregado en el auditorio se rindiera al talento de una banda de sonido contundente y ágil capaz de introducir componentes de música 'funky' en sus canciones sin que pierdan el sabor tradicional del blues.

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