Patricia Barber, c´est magnifique


EDUARDO G. SALUEÑA Segunda noche grande del festival de jazz de Gijón 2008. Esta vez fue el turno de Patricia Barber, una pianista y vocalista nacida en Chicago, hija de músicos (su madre, cantante de blues y su padre, Floyd «Shim» Barber, antiguo integrante de la orquesta de Glenn Miller). En su concierto del viernes, que tuvo lugar en el teatro Jovellanos, vino acompañada de un trío formado por Neal Alger (guitarra), Michael Arnopol (bajo) y Eric Montzka (batería). Barber presentaba su última entrega discográfica, «The Cole Porter mix», o lo que es lo mismo, su particular homenaje y visión del universo musical de este compositor y letrista, recreado a partir de un ambiente mayoritariamente intimista y de amplia profundidad emocional en piezas como «C'est magnifique» o «Get out of town».

Con un extenso solo de contrabajo se inició el recital del «Patricia Barber Quartet», que nos trajo un tipo de jazz muy diferente al ofrecido el jueves por «Steps Ahead». El recital se desarrolló in crescendo, consiguiendo una mayor cercanía con el público a medida que se fue configurando una atmósfera nocturna y reflexiva, en consonancia con la música. Los primeros aplausos fueron tímidos, aunque más adelante esto cambió. Barber es una pianista singular, presentando una fuerte carga de interacción rítmica y armónica en su registro y, factor que fue una constante en la totalidad de los músicos, dejando respirar al discurso sonoro.

Su timbre vocal es muy personal, moviéndose a veces con un tempo muy libre y vivificando mucho el contenido textual, lo que le permitía salirse muy a menudo del contexto más melódico para rozar el declamado. La aportación de los instrumentistas acompañantes resultó decisiva para reafirmar la sobriedad y la elegancia del producto final. Mención especial para el baterista Eric Montzka, quien supo ejercer en sus aportaciones solísticas un sano ejercicio de improvisación y buen gusto, jugando con diversos elementos percusivos y planteando un muy creativo equilibrio con muchos matices y detalles, sin caer en el virtuosismo gratuito que tan peligroso puede resultar. El recital contó, además de ese recorrido a través del mundo de Porter, la adaptación y los homenajes a otros músicos, como Thelonious Monk o Tom Jobim.

Un concierto delicado, para aquellos que disfrutan del buen jazz que sabe armonizar el cuidado compositivo, la calidad interpretativa y la transmisión de la expresividad y emotividad en las intervenciones instrumentales.

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